Hay algo en lo que tiene toda la razón Andrés Manuel López Obrador: Los corruptos se protegen entre sí. Y eso no ha cambiado, se siguen protegiendo entre sí, de la misma forma como también confabulan para atacarse entre las diferentes mafias del poder. Porque ahí López Obrador se quedó corto. No es, ni fue, una mafia del poder, sino son varias y de diferentes tipos, ideologías y colores.
Las filtraciones de documentos que evidencian la acumulación de riquezas indebidas y operaciones con recursos de procedencia ilícita, como los Panamá Papers, no preocupa tanto, pues en la mayoría de los casos expone a los involucrados a la vergüenza pública, pero no al castigo penal, y la vergüenza es algo de lo que ya ni se acuerdan.
Ha habido mafias del poder desde hace mucho, incluso desde la colonia española. Y tan se sabía de ellas que hasta los monarcas intentaron poner freno a sus ambiciones. Después, en el México independiente, las nuevas mafias, compuestas por prominentes miembros de familias acaudaladas disputaron el control económico y político del país. Para tiempos de la Revolución Mexicana, Carranza, Calles, Obregón, Morones y demás personajes también organizaron sus camarillas, grupos y partidos, a los que hoy bien podríamos denominar mafias. Hoy sigue resultando difícil distinguir entre grupos políticos y mafias del poder. Pero si se investiga un poco su manera de proceder, los alcances de sus operaciones financieras y los beneficios obtenidos por sus miembros podemos contar con evidencias suficientes para calificarlos como mafias.
El término de mafia, que ha extendido su uso a nivel mundial, tiene su origen en Sicilia, Italia. De su interesante historia, destaca que originalmente pretendían el ejercicio y la protección de la justicia, al margen de las autoridades, en forma autónoma, pasando después a formar clanes dedicados al crimen organizado, bajo códigos de honor, como el omertà, o ley del silencio, aunque no siempre ha funcionado, permitiendo que se hayan ventilado secretos sobre sus miembros y operaciones.
La formación de mafias ha evolucionado. Las hay con ideologías de izquierda o de derecha, conservadoras o liberales, o sin ideología identificable, más o menos violentas, en uno u otro sentido. De un lado, el partido en el poder tiene la suyas, lo niegan, pero cuentan con sus pactos de poder, apoyo y protección mutua. De otro lado, las oposiciones también las tienen y arrastran una larga cola que el régimen actual gusta de exhibir y pisar, a cada rato, casi en cada mañanera.
Documentación, no sólo para exhibirlos, sino para procesarlos la hay, pero mientras los que tienen acceso a ella formen parte de esas mafias o sean sus empleados, difícilmente se conocerán. Valdría mucho la pena que alguien hiciera el favor a la sociedad, en el caso de Morelos, de brindarnos lo que podríamos llamar, los Tlahuica Papers, ¿no cree usted?
Y para iniciados
En ese sentido, Gerardo Becerra Chávez Hita, ahora ex empleado del gobierno en turno, tuvo acceso a documentación, carpetas completas de diferentes casos de corrupción, y conocimiento sobre múltiples ilegalidades, de la pasada y la presente administración. Aunque su calidad moral y credibilidad están severamente lesionadas, lo que pueda aportar debería hacerlo, so pena de tener conocimiento, de nuevo no actuar en consecuencia y, con ello, caer en el supuesto de cómplice por omisión. Y no fue el único, también tuvieron acceso a esa documentación importantes funcionarias y funcionarios, en particular, los de obras, administración, educación y salud.
¡Que tenga un excelente jueves!
La información es PODER!!!
