Por: Pablo Rubén Villalobos.
A lo largo de los lustros, cientos o miles de estudiantes que lo fuimos de la Máxima Casa de Estudios en sus distintas escuelas, facultades y carreras, por disímbolas circunstancias nos vimos precisados a suspender nuestros estudios… Por ello pasamos a formar parte de los triste o indebidamente calificados como “desertores”, sin que supieran a fondo las autoridades universitarias, los maestros ni mucho menos la mayoría de los compañeros de estudios, el por qué de nuestra separación de las aulas… Sabemos con precisión, que muchos estudiantes Universitarios abandonan la carrera por múltiples razones, entre las cuales hago acopio de memoria para citar sólo algunas como la falta de dinero, falta de orientación, compromisos contraídos, necesidad de trabajo para apoyar el hogar, lejanía domiciliaria, indefinición vocacional, irresponsabilidad, holganza u otras circunstancias más, frente a las cuales tal vez la palabra “desertor o desertora” sólo les quede a los que abandonaron sus estudios por estas dos últimas causas: la irresponsabilidad y la holganza… Referiré la vivencia de un estudiante… Allá por el año de 1962 él formaba parte de los alumnos que iniciaban sus estudios en la Escuela de Derecho y Ciencias Sociales de la entonces Universidad de Morelos; sin ser Padre de sangre era Padre de crianza de cuatro de sus hermanos menores para cuyo sostenimiento, ya cumplía su trabajo como Profesor, buscaba aquí y allá para atender esa responsabilidad que se había echado a cuestas: Apareció el amor y contrajo otra responsabilidad por el matrimonio que pronto trajo una bebé… Las dificultades económicas se multiplicaron y la necesidad de buscar cómo y por dónde incrementar el recurso económico para la sustentación de sus responsabilidades, lo obligaron pronto a abandonar los estudios; de cierta forma para él hubo frustración que a lo largo de la vida se convirtió en un sueño multirepetido en sus horas de descanso, por no haber terminado los estudios de abogado como si lo pudieron hacer algunos de sus muchos compañeros no sólo en esta sino en otras carreras… Qué conste, otros también se separaron de las aulas por sus razones o decisiones en sus distintas profesiones… Hoy, el anuncio hecho por el Rector Gustavo Urquiza Beltrán fortalece la esperanza para que cientos o miles que abandonaron los estudios en los casi dos años de la pandemia, resulta una favorable y halagüeña esperanza para puedan terminar sus estudios… Por cuanto a aquella persona que truncó su carrera, cuando quiso reanudarla de acuerdo con la normatividad de la UAEM, ya no se le permitía por el Reglamento, que no reconocía los años de estudios y las materias cursadas… Ello fue el golpe definitivo para su frustración… ¿Cuan prudente y recomendable es que con un sentido de responsabilidad pedagógico y didáctico por el proceso de enseñanza-aprendizaje, se pueda y deba dar oportunidad a quienes abandonaron sus estudios más allá de los tiempos de la pandemia hasta determinados años, lustros o decenios atrás, para que esos truncados tengan una nueva oportunidad..? ¡De Usted depende señor Rector don Gustavo Urquiza Beltrán..! ¡Esperamos su razonada respuesta..! ¡Por cierto, el truncado en los estudios referidos para Abogado, es este Escribano! ¡Hasta mañana que será un día más..!