Las versiones sobre el regreso a clases presenciales en México son variopintas. Por supuesto que, fiel a su costumbre de jamás aceptar que se equivocó, que algo estuvo mal, que la realidad no es únicamente la que él presenta y como él la presenta, Andrés Manuel López Obrador asegurará que ha sido un éxito y que solamente en algunos estados y en algunas comunidades no regresaron a las aulas la mayoría de los estudiantes, pero ya lo harán, porque es voluntario, es por el convencimiento y la razón, no por la fuerza. Eso ya no existe en México. Son otros tiempos y demás pamplinas.
Sin embargo, el problema no está exactamente ahí, en la cantidad de alumnos que hayan vuelto o vayan a volver. No. Está en las condiciones en que regresan. Ayer quedaron al descubierto las vulnerabilidades de la estrategia de regreso a los salones de clase, evidenciadas por los propios directivos de los planteles escolares, las madres y los padres de familia y hasta los mismos educandos.
Hay coincidencia entre los especialistas y la población en general en que debe procurarse un pronto regreso a las clases presenciales, pero con las medidas y precauciones adecuadas. La simulación de que esas condiciones existen, en aras de hacerle el juego al mesías de Macuspana para no caer de su gracia, como lo están haciendo varios gobernadores, como los de Puebla y el Estado de México, únicamente pondrá en mayor riesgo de contagio a los menores y a sus familias.
El personal directivo, consciente y responsable, de miles y miles de planteles escolares, está preocupado porque los paquetes para sanitizar son insuficientes y no durarán más que unos días. Tienen encima la presión de sus superiores y de los padres de familia, a quienes en muchos casos han negado la entrada a las instalaciones, cuando pretenden verificar si se cuenta con los requerimientos básicos para la salvaguarda de la salud de sus hijos y, en consecuencia, la prevención de contagios en su seno familiar.
En otros casos, hubo escuelas que abrieron sus puertas sin que se presentara un solo alumno. Y claro, los padres tomaron la decisión de no llevar a los infantes pues saben que la infraestructura es deficiente, los espacios son reducidos y hay poca ventilación, precisamente en un momento en que la cantidad de contagios ha repuntado. Y si bien saben que no hay otra que aprender a vivir en pandemia, tampoco quieren exponerlos ni exponer a sus seres queridos.
Una de las preocupaciones de los padres de familia es que los más pequeños difícilmente conservan la sana distancia. Y menos si los espacios no se prestan para ello al interior de la escuela.
Los efectos de la fallida estrategia de regreso a las clases presenciales, por supuesto, se verá en los números de contagios, hospitalizaciones y fallecimientos dentro de quince o veinte días, cuando los datos se incorporen a la estadística. No necesariamente en los infantes, que en muchos casos afortunadamente serán asintomáticos, pero sí lamentablemente entre sus familiares.
Y para iniciados
La mayoría de los gobernadores cumplieron en su papel de quedar bien con el presidente. Ayer desfilaron de manera virtual en la mañanera de AMLO, en los arranques del regreso a clases presenciales, en sus respectivas entidades. Sin embargo, hay molestia del inquilino de Palacio Nacional contra Cuauhtémoc Blanco. Apenas hace poco le acaban de decir que se tiene que poner las pilas y hacerse presente, y no apareció en el banderazo de salida. El secretario de Educación, Luis Arturo Cornejo Alatorre, salió al quite, sin más explicaciones sobre qué impidió al ex ídolo del fútbol estar presente en tan importante acto para Andrés Manuel.
¡Que tenga un excelente día!
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