Perspectiva
por Marcos Pineda
Las palabras del presidente de México no dejan lugar a dudas. Pase lo que pase en los próximos días, el sistema educativo público nacional regresará a las clases presenciales. Si las autoridades educativas y, ojo, la máxima autoridad educativa en el país es el propio AMLO, ya tienen definidos los lineamientos específicos sobre las modalidades, las restricciones y las medidas para la prevención de contagios de COVID-19 qué bien y ojalá sean las adecuadas.
Sin embargo, los propios estudiantes, los profesores y los padres de familia jugarán un papel fundamental para evitar que la llamada cuarta ola de contagios tenga resultados aún más catastróficos que los de las tres primeras. La tercera ola todavía está en curso de manera regional, pero ya se prevé que una cuarta habrá de presentarse hacia finales de agosto.
La evidencia científica acerca de las nuevas variantes, presentada por las instituciones acreditadas en el tema, como la Organización Mundial de la Salud, la Panamericana de la Salud y los organismos académicos de prestigio han hecho hincapié en los riesgos de levantar las restricciones en forma prematura, sobre todo en aquellos países y regiones donde la vacunación avanza de manera lenta, como es el caso mexicano.
Para AMLO se trata de pequeños rebrotes, pero en los números oficiales de la Secretaría de Salud son siete estados los que ya alcanzaron picos de contagios más altos que en los periodos anteriores y otros tres más están cerca de alcanzarlos. No extraña la perspectiva que tiene el presidente al respecto, porque desde el inicio ha minimizado la pandemia y maximizado el supuesto control que su gobierno tiene sobre la misma.
Por lo tanto, el cuidado personal y familiar, así como en los entornos educativos requerirá de disciplina y constancia que, sobre todo para los educandos de menor edad, no será fácil de cumplir. Por su parte, los institutos educativos que gozan de autonomía o bien los que por ser privados tienen la posibilidad de tomar mayores medidas de protección para su comunidad debieran hacerlo.
Si bien los modelos de educación a distancia y los denominados híbridos, que combinan el uso de las nuevas tecnologías con la educación presencial, no son nuevos, a partir del confinamiento obligado el año pasado, dieron pasos acelerados y, tras ese tiempo, han acumulado experiencia y logrado la adaptación de profesores y estudiantes a estas modalidades.
Las instituciones educativas públicas no tienen opción, tendrán que seguir los lineamientos que instruya la Federación, pero las instituciones autónomas y las privadas (las que más allá de ser negocios o empresas educativas, sí son socialmente responsables) tienen en sus manos la posibilidad de contribuir en la protección de la salud, sin dejar de cumplir con sus funciones. Un ejemplo de ello es la Universidad Internacional, que se prepara para regresar a las clases presenciales, bajo un modelo híbrido, únicamente con la asistencia del 25% de ocupación de la capacidad de sus aulas y la incorporación de mejoras tecnológicas, así como la capacitación intensiva de su personal docente y administrativo.
Y para iniciados
La pandemia no es un asunto de derechas o de izquierdas, ni de conservadores o progresistas. Es una emergencia sanitaria mundial. Verla en términos de discursos políticos es mezquino y hablar de ella para la defensa o el ataque ideológico es vergonzante. Se trata de números, de investigación científica y médica. AMLO, sus apoyadores y sus detractores, ya deberían de dejar de tratar el tema con una perspectiva política y estarse atacando mutuamente, porque mientras ellos están en ese pleito los contagios y los fallecimientos se siguen produciendo. Dan vergüenza tanto los chairos como sus adversarios, cuando los escuchamos hablar de la pandemia en términos políticos.
Excelente día.
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