• Sobrevivirán las costumbres y tradiciones, como los carnavales que volverán a realizarse cuando el semáforo epidemiológico lo permita
Autoridades de la Secretaría de Turismo y Cultura (STyC) consideraron que a pesar de que las restricciones sanitarias derivadas de la pandemia por la COVID-19, orillaron a municipios y comunidades a suspender diversas fiestas tradicionales, esto no afectó la identidad cultural morelense.
Entre ellas, se destaca una de las tradiciones más relevantes en el estado, la del brinco del chinelo, que tiene lugar principalmente durante la temporada de carnavales, que en Morelos ocurre entre los meses de febrero y marzo, previos a la Semana Santa, y que se da mayormente en las localidades de Mazatepec, Emiliano Zapata, Tlaltizapán, Miacatlán, Atlatlahucan, Ayala, Tepoztlán y Tlayacapan.
Durante 2020 y 2021, esta y otras conmemoraciones tuvieron que ser pospuestas; sin embargo, por el peso y riqueza sociocultural que guardan, prevalecerán y volverán a realizarse una vez que el semáforo epidemiológico lo permita, quizá en 2022.
El carnaval es una celebración previa a la cuaresma que anuncia la llegada de las festividades religiosas, en el que convergen la música, los disfraces y trajes típicos, así como la alegría y la hospitalidad de cada municipio que los alberga.
La festividad resalta por numerosas comparsas de chinelos, ícono cultural del estado de Morelos, los cuales danzan ataviados de sus elegantes trajes de terciopelo y lentejuela al compás de sones interpretados por una banda de viento.
Este peculiar personaje tiene sus orígenes en el estado, y se especula que su nombre deriva del náhuatl, y significa “cascabel”, en alusión a que los primeros danzantes utilizaban cascabeles en los pies.
La STyC exhortó a los morelenses a recordar esta importante celebración, con la esperanza de volver pronto a ella.