Un Golfo, no es solo aquella persona considerada o calificada por su comportamiento como un pillo, sinvergüenza, granuja, vago, holgazán, vagabundo o vividor, un Golfo también es la descripción de grandes cuerpos de agua salada navegables y muy dentados que están rodeados por una costa.
El Golfo que hoy nos ocupa, es una zona marítima internacional que, por presión del nuevo presidente de EEUU, Donal Trump, a la empresa privada estadounidense Google, que a nivel global ofrece un motor de búsqueda y otros servicios y productos relacionados con internet, ha tenido que renombrar en su inmenso bagaje de datos, al Golfo de México por Golfo de América, un hecho sin precedentes, -que de un coscorrón-, altera la Historia y genera una controversia exponencial.
Y es que este histórico Golfo que miró partir a Quetzalcóatl, presenció el arribo de las Carabelas españolas y fue la diana que recibió el impacto mortal de un meteorito que acabó con los dinosaurios, se ha convertido en un dinámico comodín; ahora es nombrado a modo según la ubicación geográfica desde la cual se le busque en internet y lo haga a través de Google.
Este Golfo, que desde que la tierra se ha venido formando, abarca las costas de EEUU, México y Cuba, dejó de llamarse Golfo de México, tal cual aparece en los libros de Historia que nos han instruido desde muy temprana edad en nuestro propio país.
Sucede que si buscas este Golfo desde una computadora en los EEUU -a partir de los primeros meses de este 2025- en la pantalla te aparecerá que ahora se llama como Golfo de América, pero si a este mismo lo buscas desde algún país ubicado al otro lado del Océano Atlántico, te aparecerá un Golfo “a la carta”. O sea; leerás y verás: Golfo de México y Golfo de América, definiendo el mismo lugar.
Quiere decir que en aquellos continentes tendrán la alternativa, el dilema, la opción o la preferencia de llamarlo según les guste, se les antoje, se les pegue la gana y en cualquiera de las formas, será válido.
Y es controversial por varias razones. Tan solo hay que pensar en aquellos que no tienen acceso a internet y sus únicas fuentes de información son los recursos impresos y llamarán con el nombre de origen a ese Golfo y no como lo han puesto en Google -y que además ya es oficial, según Trump.
Otro ejemplo serán las cartas náuticas, las de navegación aérea y en el mismo internet; por ejemplo, Wikipedia, sigue diciendo Golfo de México.
Las consecuencias podrían ser diversas en todas la ramas, áreas y especialidades y esto es resultado de un acto político nunca consensuado con los países involucrados; es y fue tan solo por una ocurrencia en un desplante de sobrada soberbia de un Presidente queriendo demostrar un acto de Poder y hegemonía a nivel planetario. Su desplante puede describirse como otro perfecto acto de autoritarismo a una nación con menores recursos bélicos, tecnológicos y gran dependencia económica hacia EEUU.
Trump exigió obediencia a una empresa privada gringa y ésta sin medir los daños lo hizo. No perder de vista que hablamos de una empresa privada, no es ninguno de los tres poderes en una República democrática. No fue orden al Poder Legislativo, no fue orden al Poder Judicial, fue una orden desde el Ejecutivo y todos obedecieron sin protestar en aquel país que inicia desde el Río Bravo hacia el norte. Esa orden arrebatada desbancó la Historia y la dignidad de nuestra Nación, México.
Por otro lado, hay que analizar y no obviar, repito, que lo hizo una empresa privada que maneja a nivel global la información de la humanidad, dos mil millones de usuarios en este momento. Google ordena y jerarquiza la información global, técnicamente la monopoliza en todo el planeta.
Es tiempo de reflexionar y ponerse en alerta en lo que esa empresa privada tiene en las manos pues esa información pertenece a toda la humanidad y a todas las culturas, la administra y le ha redituado ser una de las empresas más opulentas de la Tierra.
Google, mostró su lado oscuro y perverso… Aunque Google no está involucrado de manera abierta y pública con decisiones políticas en su país de nacimiento, ahora podemos ver que en su esencia, puede tergiversar fácilmente la realidad para miles de millones de personas en el planeta, al modificar fácilmente, en minutos y desde una oficina portátil, la denominación y la historia geográfica en cualquier parte de la Tierra.
Es decir, mirando las cosas fríamente, más clara no puede ser la máxima: Información es Poder. Y ésta empresa privada, por muy cotizada y poderosa que pueda ser, está sometida a la voluntad arrebatada y ejecutiva del Presidente de los EEUU.
¡Vaya que Google tiene el control de la verdad, vaya inmenso Poder oculto e implícito en sus archivos y su sistema digital que ahora ya presume haber evolucionado a cuántico!
Basta con un desenfoque en los datos que posee para convertir la verdad en una inmensa bomba que por capricho de un Presidente injerencista, puede ser arrojada en retroalimentación al conocimiento humano y esa falsedad, o “Fake”, como gusta decir el mismo Trump, se aceptará sin cuestionar, por la confianza ciega de los usuarios de Google en sus productos.
Sin exagerar, Google puede freír hasta la ignorancia las neuronas de las próximas generaciones y lo puede hacer si hay otro arranque de exigencia gubernamental que imponga la interpretación de la realidad a nivel global en temas de interés vital; y esto puede ser, según el estado de ánimo del Presidente Donal Trump y sus intereses económicos en turno.
Ellos dos, un hombre arrebatado y una empresa privada obediente susceptible de sufrir consecuencias legales por desacato, tienen un inmenso poder, pueden si quieren, hacer creer al usuario, que el Apocalipsis es un atractivo turístico en vísperas al próximo verano y se realizará en algún parque de diversiones o bien, los cuatro jinetes aparecerán en el show de medio tiempo en un Super Bowl mientras el auditorio se come su Guacamole.
A las autoridades mexicanas que han protestado por este bautizo obligado de nuestro Golfo de México al nombrarlo en sus plataformas Golfo de América, Google ha respondido con una carta al respecto: “Como plataforma privada global, que presta servicios a más de dos mil millones de usuarios diversos, operamos y mantenemos nuestras políticas de larga data, que mapean de manera imparcial y consistente en todas las regiones, incluida la forma en que manejamos nombres de lugares en mapas. Si bien los tratados y convenios internacionales no tienen por objeto regular cómo los proveedores de mapas privados representan características geográficas, nuestra política constante es consultar múltiples fuentes autorizadas para proporcionar la representación más actualizada y precisa del mundo”.
Nunca declaran los de Google, por lo menos por escasa dignidad como empresa privada, que obedecieron una imposición y orden directa de un Presidente.
Si esta manipulación de la realidad no es un acto de terrorismo de parte de Donal Trump al estado cognitivo mundial, significa que ya entramos dócilmente a una era de esquizofrenia donde nada y todo puede ser cierto, ya que ambas opciones son impuestas y permitidas desde el virtual monopolio de un motor de búsqueda y administrador de productos relacionados con internet.
En esta manipulación, por lo pronto ya por evidencia sabemos: hay un Golfo a la carta.