Los últimos dos artículos de este año deseo dedicarlos a una reflexión general sobre loacontecido y las expectativas para el futuro inmediato, respectivamente.
El telón del 2024 está por caer. Controversial, polémico e histórico. Se va dejando mucho para analizar no sólo de cara al nuevo año, sino para los siguientes. Antes de concluir estos 366 días, porque fue bisiesto, México ya no es el mismo. Y falta más de la llamada, por el régimen actual, transformación de la vida pública.
Luego de haber entregado la banda presidencial, Andrés Manuel López Obrador se retiró de la escena pública, aunque su mano, su proyecto, sus afectos y su influencia no se han dejado de sentir en cada una de las reformas legislativas y en las decisiones presidenciales. Tal cual su arribo al poder en el 2018, 2024 sigue siendo el año de López Obrador, invocado, una y otra vez, desde todas las tribunas y en todos los corrillos.
Heredó a la nueva y primera presidenta de México una mayoría -tan calificada como sumisa- en ambas cámaras del Congreso de la Unión, con sus respectivos liderazgos ya distribuidos. Veinticuatro gubernaturas. Una dirigencia partidaria, digamos, sugerida,para no mencionar la palabra impuesta por él mismo. Más de la mitad del gabinete legal y ampliado, a través de enroques o, en su caso, ratificaciones en los cargos, así como una lista de 18 iniciativas de reformas constitucionales, en su mayoría ya aprobadas, no obstante, su instrumentación vaya a tomar su tiempo.
Apenas hubo una primera, y hasta ahora la única manifestación del poder presidencialefectivamente en manos de Claudia Sheinbaum Pardo, y no todavía en las de su antecesor, con la reunión convocada en Palacio Nacional, mediando, aparentemente, la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, para calmar el pleito por los recursosentre Adán Augusto López Hernández y Ricardo Monreal Ávila, con el discreto pero real regaño presidencial y el llamado al orden, no para desvelar si existen actos de corrupción entre sus filas, sino a fin de no perjudicar al movimiento con escándalos, desde su punto de vista, innecesarios.
Guste o no a la nueva élite política el concepto de “reformas estructurales”, por haber sido utilizado en los regímenes denominados “neoliberales”, es el más adecuado, de entre los existentes en la Teoría Política, para comprender el significado y la trascendencia del proyecto obradorista, pues se trata de reformas a la estructura, a las leyes fundamentales, definitorias del tipo de Estado, cuyas consecuencias se reflejan en el funcionamiento de la política, la economía y la sociedad.
Finalmente, el 2024 concluye con la consolidación de una nueva hegemonía, igual o más poderosa a la vivida varias décadas el siglo pasado. Si tendrá mayores o menores beneficios o perjuicios para el Estado en su conjunto y no sólo para ciertos sectores y grupos, está por verse en lo sucesivo, así como las posibilidades de su permanencia a largo plazo. Y no importa quién gobierne, tendrán el sello de Andrés Manuel.
Y para iniciados:
En enero habrá denuncias administrativas y penales, producto de las observaciones de irregularidades derivadas del proceso de entrega/recepción entre el gobierno anterior y el actual. Las y los implicados deberán asumir su responsabilidad, pues aducir ignorancia, obediencia o buena fe, todo lo contrario de exculparlos, los hará ver como quienes siendo incompetentes aceptaron ser parte de complejas tramas de corrupción.
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