Las diferentes comunidades del estado de Morelos no son inmunes a padecer el hartazgo por las promesas incumplidas, la desatención gubernamental o el abuso del poco o mucho poder que pueda jugarse en ellas. Como en cualquier otro lado, puede llegar el momento en que, cual olla de presión, están expuestas a reventar. Eso ha sucedido en múltiples ocasiones y con resultados generalmente funestos.
Ocuituco es un municipio de la región que conocemos popularmente como “Los Altos de Morelos”, cuya población total, según las cifras oficiales más recientes, ronda las 19 mil personas y cuenta con comunicación por carretera con Yecapixtla y Tetela del Volcán. Cerca de su cabecera municipal, del mismo nombre, una desviación traza el camino a Ocoxaltepec, pueblo con alrededor de 1,500 habitantes, 50.8% mujeres y el resto hombres, con un índice de alfabetismo del 92.1%, un 81.8% de población católica y cerca del 60% con una edad de entre 15 y 64 años.
Y, sí, enfrenta históricamente muchas carencias que son comunes a pueblos como Huecahuaxco o Huepalcalco, aunque la mayor marginación y el rezago las encontramosen pueblos más pequeños, como La Cebada, La Finca o La Higuera, junto a otros tantos que no llegan ni a los trescientos habitantes, cada uno.
No obstante que Ocuituco representa al 1% de la población total de Morelos y Ocoxaltepec, a su vez, al 0.1%, el conflicto social que estalló el lunes pasado de esta semana puso de nuevo a la entidad en los reflectores nacionales. La imagen del alcalde, Juan Jesús Anzures García, retenido, atado a un poste y rodeado por un grupo de pobladores, acusando el incumplimiento en la terminación de obras que prometió en campaña electoral, encendieron las alertas gubernamentales.
Afortunadamente, la pronta intervención de la gobernadora, Margarita González Saravia, evitó que la retención de Anzures García, alcalde que termina su periodo de gobierno en tan sólo once días, no pasara a mayores. Hubo pláticas y se llegó a acuerdos, en que participó también el presidente municipal electo, René Jacobo Ortuño. Finalmente, Juan Jesús fue liberado y ese infierno grande en pueblo chico, volvió, por lo pronto, a la calma, con el compromiso de que el gobierno actual apoyará para la pronta conclusión de las obras pendientes.
Este incidente me recordó que a principios de los noventa propuse al entonces secretario de Gobernación, Jorge Carpizo, la elaboración de un mapa de necesidades, demandas y riesgos que incluyó a los entonces poco más de 1,400 municipios del país y que, sí, con bastante trabajo de investigación, resultó en una herramienta muy útil para generar políticas proactivas y acciones de gobierno que permitieran anticiparse y desactivarpotenciales conflictos sociales, a través de la coordinación con los presidentes municipales y las diferentes instituciones de los tres órdenes de gobierno, incluidos los congresos, para la programación presupuestal.
Lo que ocurrió en Ocuituco es un mal ejemplo de hasta dónde los pobladores son capaces de llegar para forzar a los gobiernos a que cumplan con sus compromisos. El uso de laviolencia, en cualquiera de sus expresiones, es reprobable, por donde se le vea. Pero es una realidad que se puede presentar. Aunque en un pequeño pueblo, Margarita González Saravia enfrentó con éxito una primera gran crisis social, que bien puede servir para tomar acciones preventivas y proactivas, como la que mencioné.
Y para iniciados:
Claudia Sheinbaum Pardo ya mandó de vacaciones a los rijosos morenistas que protagonizaron el primer escándalo interno de Morena, hecho público por ellos mismos, que involucra la posible utilización irregular de recursos públicos. El mensaje de la presidenta, para Adán Augusto y Ricardo Monreal, es tan claro como preocupante: que haya diferencias no es problema, se resuelven y punto, pero que no se hagan públicas, que no afecten al movimiento. No importa si se trata de acusaciones de corrupción, debe cuidarse que todo quede en casa, que no se sepa en la colonia, porque pues ¡qué van a decir de nosotros!
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