La renovación de las dirigencias en los comités locales de Morena, habiéndose confirmado como el partido mayoritario y, hasta donde quienes pragmáticamente lo perciben como una privilegiada vía de acercamiento al poder y, en su momento, de candidaturas con mayoresprobabilidades de triunfo electoral, ha puesto en una disyuntiva a la nueva dirigencia nacional, que encabezan Luisa María Alcalde Luján y Andrés Manuel López Beltrán.
Por una parte, los morenistas fundadores, seguidores por décadas de Andrés Manuel López Obrador, vieron la oportunidad de recobrar el partido para quienes fueron excluidos o marginados, tras el arribo de los neomorenistas, aquellos que hasta las elecciones intermedias del 2021 militaban o tuvieron candidaturas por otros partidos políticos.
Por otra parte, los neos, digámosles así para identificarlos, encabezados por Ulises Bravo Molina, que arribó al partido con el apoyo, la mediación y la protección de su medio hermano, el entonces gobernador, Cuauhtémoc Blanco Bravo, se aprestaron a mantener el control del partido, dando continuidad a la tajante instrucción de la dirigencia nacional, en esos días a cargo de Mario Delgado Carrillo.
Los históricos, obradoristas incluso antes del 2006, ya bien provenientes de las izquierdas perredistas o de las alas progresistas del antiguo PRI, alejándose un tanto de la vida diaria del partido, terminaron alineándose y disciplinándose, luego de no haber sido considerados en la designación de candidaturas para las pasadas elecciones, las de junio de este año, en espera de mejores tiempos.
El anuncio de la próxima renovación de dirigencias locales, hecho desde finales de septiembre, en el VII Congreso Nacional Extraordinario, por un lado, animó a los históricos para comenzar a movilizarse en busca de la recuperación de la dirigencia estatal y, por otro lado, a los Neos a tratar de mantener a Ulises Bravo al frente del instituto político.
Los perfiles más visibles para suceder a Bravo Molina fueron objeto de comentarios en los corrillos morenistas. Carmelo Enríquez y Raúl Tadeo, empezaron a movilizarse. El repudio mostrado por los asistentes a Ulises en la primera asamblea en Morelos, presidida por Luisa Alcalde, fue leída por la dirigencia nacional como la insostenibilidad del delegado en funciones de presidente y por los históricos como esos mejores tiempos que anhelaban.
Sin embargo, la convocatoria para la elección de carteras vacantes del Comité Ejecutivo Estatal, del pasado 19 de octubre, dio un revés tanto a neos como a los históricos. De entrada, restringe la posibilidad de ser electos únicamente a quienes forman parte del Consejo Estatal y a las carteras que, por cualquier razón, se quedaron sin el titular electo en el pasado Consejo Estatal del 2022.
Eso significa que, en los términos de la Convocatoria, ni Ulises Bravo, ni Carmelo Enríquez, ni Raúl Tadeo son elegibles para la cartera de presidente estatal del partido, misma que está vacante, pues Bravo Molina es delegado en funciones de presidente y no titular de la presidencia.
Carmelo Enríquez ya se manifestó por la expedición de una nueva Convocatoria, Raúl Tadeo por la creación de un Consejo Consultivo y Ulises Bravo por su ratificación como delegado en funciones de presidente. Para que cualquiera de ellos pudiera lograr sus aspiraciones hay dos vías posibles: una nueva Convocatoria, como lo plantea Enríquez, o bien la aplicación de la Base séptima de la Convocatoria actual, a fin de que el caso de Morelos sea resuelto en forma extraordinaria, a través de un acuerdo de la Comisión Nacional de Elecciones.
Como sea, ese conflicto entre neos e históricos deberá quedar resuelto a más tardar a mediados del mes que viene, si se quiere cumplir con la fecha propuesta, 16 de noviembre, para la celebración de la asamblea del Consejo Estatal.
Y para iniciados:
Desmedida, exagerada y preocupante la reacción de la diputada federal neomorenista, Sandra Anaya Villegas, en contra del periodista Gerardo Suárez Dorantes, reportero ycolumnista del periódico El Regional del Sur. Nada más alejado de la doctrina morenista del respeto a la libertad de expresión, la transparencia en el ejercicio de la función pública y el derecho a la información que amenazar con una demanda al comunicador y a su medio. Quizá no esté enterada de la jurisprudencia que ya existe al respecto de las investigaciones y publicaciones periodísticas de esta naturaleza. Valdría la pena, con un mínimo de humildad, que se informara y, por ahí de paso, tomara algún taller o curso sobre el control de la ira y la inteligencia emocional, áreas de oportunidad que podría aprovechar en su beneficio personal y político.
La información es PODER!!!