En orden de importancia, desapareció los Poderes Judiciales de la Federación y, de paso, los estatales.
Concentró el poder de las mayorías en el Congreso y eliminó a las oposiciones. Esto afecta el ejercicio de las acciones de inconstitucionalidad y las controversias constitucionales, establecidas en la reforma del Poder Judicial Federal en 1994-1995.
Hasta ahora, estos procesos constitucionales siguen vigentes en los artículos 104 y 105 de la Constitución federal. Dicho en términos muy generales, sirven para defender la Constitución cuando cualquier autoridad vulnera sus postulados.
Sin embargo, estos mecanismos se vuelven inoperantes en la realidad política. La acción de inconstitucionalidad debe ser planteada por una tercera parte de las dos Cámaras, pero al tener Morena la mayoría en ambas, las minorías se ven impedidas de litigar contra reformas a la Constitución y las leyes aprobadas por estas mayorías.
Las controversias constitucionales están a disposición de todos los Poderes del Estado, por lo que eran muy frecuentes los asuntos que resolvía la Corte, aunque estos procesos no están al alcance de los particulares.
Muchos de los casos conocidos por la Corte se refieren a controlar actos del Poder Ejecutivo. En este sexenio, como nunca, ese Poder se ha visto impedido para ejecutar algunas obras debido a amparos u otros medios de defensa de la Constitución.
Otra realidad es que los Poderes federal y locales están nuevamente en manos de un solo partido. Con esto y las mayorías calificadas, Morena puede nombrar o ratificar a los muchos funcionarios sujetos a intervención legislativa, como los del INE, Trife o CNDH, entre otros.
La reforma judicial también elimina los Poderes Judiciales de las entidades federativas, quitándoles la facultad de decidir cómo nombrar a sus jueces; además, no sólo concentra el poder en el Presidente, sino que marca la desaparición virtual de las oposiciones.
Lo destruido en estas semanas echa abajo las reformas de hace tres décadas: la reforma electoral que dio autonomía al IFE/INE y creó el Tribunal Electoral; la reforma judicial y las nuevas competencias de este Poder; y las reformas económicas para la superación de la crisis de inicio de sexenio en los años noventa y el crecimiento económico más elevado, casi 6 por ciento anual en esos años.
Esto no significa que no haya habido desaciertos en su gestión, pero su retiro del poder, e incluso del país, marca una diferencia con la intensa presencia de López Obrador, quien a pocos días de dejar el poder aún tiene pendiente cumplir su promesa de jubilarse de la política.
Pero lo anterior, no hace desaparecer los datos oficiales que se refieren a una cifra alarmante:
Doscientos mil muertos por violencia, 808 mil muertes en exceso por covid. Solo entre esos dos registros llega al millón, y no son otros datos, son los oficiales!
Un millón de cadáveres sobre los que está administración federal que acaba hoy, camino.
No se olvidarán las burlas de las masacres y a las madres buscadoras, y tampoco se olvidará que decías presidente que a nadie le faltó un tanque de oxígeno o una cama de hospital.
Cuantas cosas más de las que nos iremos enterando… por ejemplo de los nuevos multimillonarios… ahí dejamos la reflexión…
EL LEGADO DE LÓPEZ OBRADOR
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