La renovación de la dirigencia nacional de Morena, muestra una presencia predominante de cuadros jóvenes para la segunda etapa de este instituto político como partido en el poder, que si bien se consolidó en el sexenio del Presidente López Obrador, ahora tendrá como reto la continuidad paralela al gobierno de la Presidenta Sheinbaum.
Luisa María Alcalde cuenta no solo con el pleno respaldo del fundador y líder moral de Morena, sino a estas alturas también, con la expeciencia de haber sido Secretaria del Trabajo y hasta este momento, Secretaria de Gobernación y, por tanto, responsable de la política interior del país, así como la afinidad y congruencia de ser la mujer dispuesta a dirigir los destinos del Movimiento de Regeneración Nacional, al tiempo de que una mujer surgida de sus filas, igualmente dirija el destino de México.
Históricamente, las y los estadístas, hombres de poder más destacados, han sido igualmente pioneros en la formación de cuadros integrados por jóvenes, mujeres y hombres de corta edad, pero enorme potencial que, con el impulso y proyeción necesaria, hacen posible que en el mediano y largo plazo se constituyan en la fortaleza política que da continuidad a proyectos políticos y permanencia de grupos de poder que, para bien o para mal, trascienden generaciones y periodos de gobierno.
No es fácil comparar el papel de Luisa María como Secretaria de Gobernación con aquel que tuvieron grandes personajes que, como ella, ocuparon el despacho principal del Palacio de Cobián, comenzando por Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas del Río, Miguel Alemán Valdés, Jesús Reyes Heroles o Fernando Gutiérrez Barrios, solo por mencionar algunos; y la razón es que la Secretaría de Gobernación que hoy tenemos, no tiene nada que ver con aquella que fue el brazo ejecutor de los temas más ásperos que el ejercicio del poder y del gobierno demanda y, con ello, la proclividad al exceso de control al grado de la opresión e incluso represión, a la vigilancia e inteligencia que llegó a caer en espionaje, a la rudeza innecesaria que el exceso de poder conlleva en ocasiones ante la presión que en contrasentido imponen la gobernabilidad y la seguridad nacional, así como la estabilidad política y social de todo el país.
Desde finales de 2018, la SEGOB adquirió un nuevo perfil, más social, más tolerante y en apego al precepto de un gobierno que se dispuso a mandar obedeciendo, cedió las áreas de seguridad e inteligencia a las dependencias, que por su naturaleza y atribuciones les corresponden dichas funciones, fortaleciendo al mismo tiempo su vinculación con la sociedad civil, impulsando el fomento cívico y el respeto a los símbolos patrios, así como el desarrollo democrático, la participación ciudadana, la protección y resguardo de los derechos humanos, entendiendo todo ello en su conjunto como una nueva base de acuerdo nacional en los lineamientos de la política interior.
Alcalde Luján como Titular de Gobernación, ya afrontó el reto que impone portar la estafeta del relevo generacional, pues tras el paso de sus últimos dos antecesores: Olga Sánchez Cordero y Adán Augusto López, décadas mayores en edad que ella, llegó con un equipo igualmente joven que no permitió ni un momento pausar la dinámica de trabajo e interlocución política que las instituciones del país demandan. Para muchos, fue poco mesurada en su alineación al Ejecutivo, pero a final de cuentas, es su jefe, quien le confirió la responsabilidad, le dio la oportunidad y confió en ella, luego entonces, la lealtad es natural e incluso esperada.
El grupo de jóvenes que asume la responsabilidad de la dirigencia del partido en el gobierno, adquiere también el encargo de anteponer la voz del pueblo, de sus militantes por encima de los intereses del partido, de no ceder a las tentaciones que el poder predispone en aquellos que no están preparados para servir y buscan primero servirse. La historia nos ha demostrado más de una vez lo negativo que llegan a ser los partidos de un solo hombre, los gobiernos e instituciones que guardan lealtad a un solo grupo, a un solo clan, olvidando que se deben a toda una nación.