Fue hace 65 años que tuve el primer contacto real y no por películas con un ciudadano de origen chino. Fue en un café en la avenida 20 de noviembre de la Ciudad de México, me llevaba mi madrecita Doña María Luisa, si, a un café de chinos.
Poco tiempo después, fue en 1962, cuando ingresé al glorioso Instituto Politécnico Nacional que los cafés de chinos formarían parte de mi dieta mañanera, claro, cuando había dinero. Una delicia tomar café con leche y unas natas con bísquets y al medio día una milanesa con papas fritas y verdura verde. Lo característico de los cafés de chinos además de su delicioso sabor, eran sus precios, eran económicos, el refil gratis, era solo de café negro.
Con el tiempo fui conociendo más de las actividades del pueblo chino en la capital mexicana, entre ellas, lavanderías y venta de mercaderías orientales en el barrio chino, el que por cierto tenía y sigue teniendo el encanto y misterio que nos dieran a conocer las películas de aquella época.
Hace quince años un grupo de empresarios chinos iniciaron la aventura de comercializar en forma correcta y no por la fayuca de Hong Kong. Los gobiernos, federal y de algunos estados no les hacían caso, hasta que llegó Enrique Peña Nieto a la presidencia
Con él se acordó la construcción del tren rápido México a Querétaro que nunca se proyectó y menos se construyó, y el establecimiento de un desarrollo industrial en Puerto Morelos, Quintana Roo que se llamaría Dragon Mart.
En atención a los reclamos del sector empresarial y comercial del país, así como de diversas organizaciones sociales, principalmente del PRD en el Congreso Nacional, se canceló Dragon Mart, uno de los proyectos comerciales más destacados después del Tratado de Libre Comercio con América del Norte. Por cierto, el presidente López Obrador militó en ese partido con el que fue jefe de gobierno del Distrito Federal. Ya con su grandiosa creación, MORENA secundó el rechazo al empresario oriental.
El gobierno de la Ciudad de México el 11 de julio de este año clausuró la Plaza Izazaga 89 a través del el Instituto de Verificación Administrativa. Las causas según el jefe de gobierno citadino Martí Batres, se debieron a denuncias ciudadanas por competencia indebida y por el riesgo de sobrecarga debido al uso que se daba al edificio como bodegas.
En este lugar se ofertan al menudeo más de 10 mil productos diferentes a precios de mayoreo. Su origen, chino. Ahí se podía encontrar una variedad de artículos como cubrebocas, sanitizante, toallas, desinfectantes, USB, smartwatches, audífonos, mouse, teclados, productos de skincare, bolsas, mochilas, collares, pulseras, anillos, aretes, artículos de cocina, lencería, calcetines, chamarras y mucho más.
Se informó que una comisión conformada por personal del INVEA, la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda y la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil del gobierno citadino, obligará a los comerciantes de Plaza Izazaga 89 a cumplir con la ley en todos los órdenes.
Según informan el edificio fue construido hace 18 años. Sus pisos han sido ocupados como bodegas de pesados rollos de tela, fábricas y salas de venta de ropa, de origen judío, de los paisanos.
O sea que de siempre la construcción ha sido ocupada por negocios cuyos insumos son pesados y no habían sido señalados por ese defecto. Ahora resulta que se les clausura por deficiencias no apreciadas en origen por la autoridad que les otorgo las licencias de construcción, las de uso de suelo, las de funcionamiento, etc.
Tal y como fue injusto la cancelación del Dragon Mart en la Riviera Maya, tampoco lo es en la plaza de Izazaga, solo que con esta acción se deja a cientos de personas sin trabajo, sin sustento, sin el chivo diario, solo porque al señorito Batres se le ocurrió ser más papista que el mismo Papa.
Dice el dicho: Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar.
Así que mis queridos fenicios de la china continental e insular, a corregir lo que esté mal hecho no sea que a Urióstegui le salga lo “masiosare” y la emprenda contra su actividad.
Aquí entre nos: Se antojan unos bolillos con natas y un cafecito chino bien caliente.