• Revive el “Síndrome de Tizoc”.
En 24 décimas de segundo, aparecieron 116 mil resultados en Google cuando tecleé la frase “Prometer no empobrece”; y además, muy amablemente el motor de búsqueda añadió: “…dar es lo que aniquila”, (confieso que ese agregado no me lo sabía, pero vuelve las cosas más claras ¡Gracias, IA!, es una mera calumnia del temor anacrónico cuando afirman que nos vas a esclavizar).
Revistas, periódicos, Instagram, “X”, artículos, Spotify, institutos, comunidades, universidades, YouTube, Facebook, Podcast, semanarios, Linkedin, TikTok y toda suerte de plataformas que concurren en el ciberespacio, tienen en algún momento de su historial, la resucitada frase que hoy se desparrama en galones de saliva por todo el país luego de ser oficial el arranque de las campañas.
Cada trienio, cada sexenio, sobran los que se trepan a templetes, caminan y abrazan sin distingos, besuquean bebes y lo mismo mascotas, se recargan en tribunas públicas, recuestan en taburetes durante conferencias, no sueltan los micrófonos, urgidos como los aboneros tocan puertas en rancherías y las de organizaciones de amplios espectros, los distingue una mueca acalambrada que semeja sonrisa, en ellos el denominador común es prometer lo irracional, prometer lo incoherente, lo descabellado, lo insensato, lo ilógico, prometen lo disparatado, lo inadmisible, lo absurdo, prometen la necedad, el disparate, la sinrazón, el desatino, la incoherencia, la incongruencia, no importa que apapachen la psicopatía, si se puede, ¡más!
Sus ocurrencias espontáneas pareciera luego que encuadran en la descripción del manual DSM-5, -el de los trastornos mentales-, como la de aquel candidato en el estado de San Luis Potosí en 2018, que no conforme con tres años de mandato, buscaba reelegirse y prometió 60 mil servicios funerarios “con todo y fosa”, gratis, si ganaba.
“Prometer no empobrece, dar es lo que aniquila”. Juegan y hacen malabares con la esperanza, con las emociones, con el miedo, con la miseria, con la ignorancia.
Basta recordar a la candidata sonorense en 2021 que prometió cirugías estéticas de senos gratis y lo decía según porque: “Muchos hombres tienen complejos porque tienen pechos grandes, pues reducirlos -exhortaba y añadía- Hay mujeres que tienen los senos caídos, pues reconstruirlos -animaba rematando – y que esto esté en el cuadro público de salud, o sea que el Gobierno lo pague».
“Prometer no empobrece…” a los candidatos, hacerlo es lo que los aniquila.
El truco de las promesas es que siempre se omite explicar a detalle ¿CÓMO se van a cumplir? ¿cuál es la estrategia real? ¿apoyados por quiénes y de dónde saldrán recursos? porque hasta los bautizos, los implantes y los sepelios, tienen un costo.
Cada trienio, cada sexenio, las promesas de campaña reviven el “Síndrome de Tizoc”. Ejemplo claro es aquel envalentonado norteño que en campaña prometió “mochar las manos” a los corruptos y ladrones y luego de recibir el voto ciudadano y gobernar, vacacionó un rato en el penal de Apodaca acusado de delitos de peculado, daño al patrimonio del estado y etc.
Y se revivió entonces el Síndrome de Tizoc, porque al igual que en la Película de Ismael Rodríguez, el principal personaje, solito se rompió el hocico con una piedra, cuando en su audaz intento de representar una persuasión sensiblera, terminó por hacer “llorar a la niña” y luego del chasco -no le quedó más que hacer lo propio y “…romperle el hocico al indio”. O sea; para decirlo de una manera pagana: el osado rupestre se tragó sus palabras, pero el daño ya estaba hecho.
Que cada quien, en su historia de vida, juzgue si “Prometer no empobrece…” porque siendo francos, también a los votantes confiados y esperanzados nos ha llegado a raspar este Síndrome de Tizoc.
Vamos a desempolvar archivos para demostrar en el recuerdo: “Arriba y adelante”, ofreció Luis Echeverría, “La solución somos todos”, garantizó López Portillo, “Renovación Moral”, propuso Miguel de la Madrid, “Solidaridad”, convino Salinas de Gortari, “Bienestar para tu familia” se comprometió Ernesto Zedillo, “México Ya «, afirmó Vicente Fox, “Para que vivamos mejor” consignó Felipe Calderón, “Mi compromiso es contigo”, juró Peña Nieto y “Por el bien de todos, primero los pobres” enunció, López Obrador.
La historia nunca se equivoca si jamás se olvida.
En México, este proceso electoral de 2024 es el más grande del que se tenga registro, se van a suplir más de 20 mil cargos en todo el país y está agregada la cereza del pastel que es la Presidencia de la República; entonces… cada candidato, seguro que soltará un reflujo exponencial de promesas al igual que Pedro Infante frente a María Félix buscando conquistarla.
Solo se pide congruencia cuando hagan su inevitable e ineludible representación sensiblera para persuadir al electorado, no hagan “llorar (más) a la niña”, porque muy lejanos a esa icónica metáfora, estamos hablando del futuro de nuestra República democrática.