Ahora que tanto se habla de cambiar las Instituciones y que en realidad lo que se pretende es modificar al Poder Judicial de este país, y que la pretensión en realidad es cambiar el esquema de designación de ministros, magistrados y jueces a la de elección por votación popular “que porque la Justicia no funciona” dicen quienes pretenden esa aberración, debieran hacer un análisis realista de la situación que se vive en nuestro México, porque el problema de la seguridad no descansa en los Poderes Judiciales, federal y locales.
Pero dicen que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad, sin embargo, quienes aún creemos en la democracia y además estamos conscientes del mundo en que vivimos, perfectamente nos damos cuenta que la Justicia, para serlo pasa por los cuerpos de seguridad tanto nacional como seguridad pública y por las Fiscalías; pues si, si, se nos vende la idea que es culpa del Poder Judicial que la seguridad en nuestro país está por los suelos y que además se cuestiona que se ha hecho por los habitantes del territorio nacional; pues nomas habrá que echarse un clavado a tantas decisiones judiciales que han puesto orden y freno a las ambiciones políticas de grupos de interés ideológico y otras “yerbas”; pero donde está no solo la percepción ciudadana, sino también la amenaza cotidiana de los que vivimos a lo largo y ancho de nuestro bello pais? En las calles, en los pueblos, en las ciudades, todas abandonadas por la seguridad nacional y la seguridad pública, cooptada por la delincuencia organizada y la política de dejar pasar y dejar hacer, traducida en abrazos no balazos, quien diga que no es así, le diríamos que seguramente en México no vive, andará en Dinamarca o algún país de esos de alto nivel de atención a las necesidades ciudadanas, pero en México no!
Porque lo decimos? Pues porque, que ¡seis de cada diez mexicanos externen sentir temor por vivir en la ciudad donde ahora lo hacen! constituye, en los hechos, la mejor e incuestionable evidencia del fracaso de la política de abrazos, no balazos que en el supuesto combate contra las bandas criminales, que desde el inicio de su gestión viene aplicando el gobierno federal, que de un buen número de semanas atrás a la fecha se ubicó ya como el sexenio más violento —en lo que a número de asesinatos y crímenes de odio se refiere— de la historia moderna del país.
En días pasados, luego de que el oficialista Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), que lidera la (casi) morenista Graciela Márquez Colín, diera a conocer su más reciente reporte sobre el particular, en efecto, autoridades de nivel estatal y municipal emanadas de la 4T, más los tradicionales “voceros” a sueldo del lopezobradorismo, levantaron la voz para desmarcarse del problema que, al cierre del año pasado, vale decir, impactaba de manera negativa la vida cotidiana de 64.8% de las mujeres y 52.3% de hombres mayores de 18 años, en promedio, argumentando que, si bien tales porcentajes siguen siendo elevados, han disminuido en los últimos meses…
Tal fue la reacción, igualmente, porque el mismo informe deja en claro que mientras la media nacional de quienes están atemorizados se ubica en 59.1%, en ciudades como Fresnillo, Zacatecas (96.4%); Naucalpan, Estado de México (91%); Uruapan, Michoacán (89.9%); Ecatepec de Morelos, Estado de México (88.7%); Zacatecas capital (87.6%) y Cuernavaca, Morelos (85.7%), localidades ubicadas todas en territorios gobernados por Morena y sus aliados y de Guerrero mejor ni hablamos ya, mientras que en la alcaldía Benito Juárez, de la CDMX (15.2%); Puerto Vallarta, Jalisco (19.4%) y Mérida, Yucatán (22.2%), entre otras, se reportaron los menores índices.
Una realidad difícil de digerir y aún más de aceptar ésta —“es la violencia nuestra de cada día”, diría algún renombrado especialista— por un régimen que, un día sí y otro también, gusta de “presumir” que las cosas en éste y en otros rubros del desarrollo cotidiano marchan por el camino deseado cuando, a fuerza de ser sinceros, debemos afirmar que ello no es así, como lo evidencian las constantes masacres, feminicidios, denuncias de extorsión, secuestros, amenazas y más, mucho más…
Antes que querer cambiar de raíz estructuralmente instituciones sólidas como el contrapeso que significa el Poder Judicial, federal o local, se debiera estar implementando estrategias eficientes y efectivas de seguridad pública en todos los rincones del país, a través de los cuerpos de seguridad y la procuración de justicia de las Fiscalías, ahí está el verdadero problema de México.
Por favor, es momento de reflexionar a profundidad que es lo que queremos nuestro país en los próximos seis años, desde ya, estamos construyendo el camino de nuestro futuro, no nos dejemos llevar por discursos populistas pero alejados de la absoluta realidad vivimos todas las personas en este país, hasta aquellos que hablan de lo requetebien que nos está yendo.