Hoy es un buen día para reflexionar, principalmente sobre aquellas situaciones que tuvieron un impacto en nosotros.
El 2023 fue un año difícil para muchas familias en temas de salud en Morelos. Y muy seguramente fue el caso de miles de familias en nuestro país. Esa mala idea del gobierno federal de monopolizar el sistema de salud, al que se le suma el persistente desabasto de medicamentos, insumos y vacunas que se ha presentado desde 2019.
Mi reflexión hoy va sobre la salud pública en México, marcada por decisiones fallidas, improvisadas y acompañada de frustración de muchas y muchos mexicanos que, como yo, sabemos que la salud es un derecho. Pero ¿qué es un derecho? Los derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua o cualquier otra condición. Estos derechos aparecen y están mencionados explícitamente en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, como por ejemplo el derecho a la salud, la educación, el libre tránsito, la igualdad, la integridad y la libertad, entre otros.
En 2023, es decir, en el quinto año del gobierno de López Obrador, los mexicanos seguimos atrapados en el laberinto entre el derecho y el acceso a la salud. Ninguno de los intentos presidenciales por cumplir sus promesas de campaña, para tener un sistema de salud universal y con medicamentos gratuitos, ha sido exitoso.
La utilización o acceso a los servicios de salud es un indicador muy importante para los tomadores de decisión, porque se examina la proporción de la población que presentó una necesidad de atención médica, que buscó atención, la recibió y, finalmente, sí se atendió en el sector público.
Este gobierno ya lleva al menos dos intentos para poder cumplir la prestación y atención sanitaria gratuita a aquellas personas que no tengan seguridad social, donde, por un lado, está el fracaso del ya desaparecido Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) y, por el otro, la creación del Modelo de Atención a la Salud para el Bienestar (MAS Bienestar), que se tradujo en que sea el IMSS-Bienestar, el proveedor de servicios federalizado que cubra las necesidades de 70 millones de mexicanos sin seguridad social. A esto añadan la última: la megafarmacia que carece de casi todo y supuestamente hasta se va a dar servicio a domicilio.
Durante sus diversas campañas presidenciales, López Obrador repitió que los gobiernos anteriores no habían garantizado plenamente el derecho constitucional a la protección de la salud y se comprometió a impulsar una reforma al Sistema Nacional de Salud. Al inicio de su gobierno su compromiso fue “establecer un sistema de salud de primera, como en Canadá o en los países nórdicos”.
Lleva cinco años prometiendo desde el Poder Ejecutivo que tendremos un sistema de salud como Dinamarca. Y ha ocurrido todo lo contrario: cada vez existe mayor confusión para el usuario final; seguimos con escasea medicamentos y sin vacunas gratuitas contra COVID, y lo más delicado es que según el INEGI, el gasto que los hogares mexicanos realizamos en favor de la salud de nuestras familias es siete veces más a lo que invierte el gobierno federal.
Las entidades federativas han perdido independencia presupuestal, funciones rectoras y, sobre todo, están apostando a ciegas por el IMSS-Bienestar, que es un sistema que no ha terminado de publicar su andamiaje administrativo. En medio de todo esto también se encuentran los trabajadores de la salud, que estarán emigrando a un contrato colectivo que quizá no les favorezca.
Por favor no se te olvide que el gobierno federal no cumplió sus promesas en materia de salud pública. Tú tienes el control el próximo 2 de junio cuando te encuentres frente a la boleta electoral. ¡Basta ya de ocurrencias!