“¡Si causas mal a un periodista, lo pagarás toda la vida!”.
Como han podido, los múltiples sectores sociales de México principalmente el dedicado a la educación en el nivel básico y medio, han tratado de sostener ‘a como dé lugar’ nuestra raíz e identidad por el Miquixtli precolombino y precortesiano, que fue embatido por lo cristiano-católico con el ceremonial de los ‘Días de Muertos o Días de los Fieles Difuntos’… Esos ceremoniales han tenido que enfrentar el avasallante embate de la transculturización sajona cada vez más acrecentada y penetrante entre las nuevas generaciones, por el llamado ‘Halloween’ cuyas facetas son ajenas a la idiosincrasia de los mexicanos, por eso de ‘las calabazas y noches de brujas’ que frente a nuestras tradiciones y costumbres resultan un atropello y aberración… El Miquixtli en sus ceremonias de origen, tiene múltiples expresiones que fueron sembradas a través de la policromía de las diversas culturas mesoamericanas, entre sus más de 50 naciones étnicas que existen por distintos senderos de México, ellas dejaron y tienen arraigadas esa identidad que han logrado mantener, a casi 500 años de la conquista española… El Miquixtli tiene la belleza fortalecida y enriquecida, sembrada por nuestros ancestros y mantenidas en forma creciente hasta nuestros días con su colorido, lo florido de sus expresiones y manifestaciones culturales y físicas, con sus danzas, canciones, ofrendas y ceremoniales a cual más de inmensa belleza, que son de gran atractivo para quienes tenemos la oportunidad de asistir como visitantes a disfrutarlos, con su sentido de autoctonía por distintos rumbos del País, entre los cuales se significan los ceremoniales de Míxquic, por los rumbos de Milpa Alta en la Ciudad de México; Pátzcuaro, Janitzio y Tzintzuntzan por los senderos de Michoacán, al igual que por decenas de pueblos en Chiapas, Oaxaca, Veracruz y otras entidades, donde esa autoctonía, y remembranzas permanecen fortalecidas y enriquecidas… Con la llegada de los españoles, la sobreposición de cultura y la imbricación de credos se trataron de imponer por parte de los dominantes, aprovechando en parte lo del Míquixtli, con ciertos cambios de formas para dar paso a lo de los ‘Días de Muertos o Días de los Fieles Difuntos’, que sin discusión fueron creación de la Iglesia Católica que ahora con sus cánticos, oraciones, luces, flores, frutos y alimentos, tienen buena presencia como tradición en las ofrendas que se tienden, lo mismo en los domicilios de los extintos que en las tumbas de los panteones, plazas y templos a donde la concurrencia de los deudos, acompañantes y visitantes se dan por miles, entre quienes quieren ser testigos de las formas de este ceremonial étnico-cristiano-católico-religioso… Las ofrendas, tienen espacios que han ganado fama nacional e internacional que trasciende nuestras fronteras… Ahí están las ofrendas monumentales en los zócalos, jardines y plazas, lo mismo en grandes ciudades que en diversos pueblos a lo largo y ancho de nuestro País… A manera de referencia como lugares relevantes por el atractivo de las ofrendas que elaboran y presentan instituciones educativas, gubernamentales y los particulares que recuerdan a sus seres desaparecidos, cada año están las que se presentan en Taxco, Guerrero; Tlacotalpan, Veracruz; Tepoztlán, Ocotepec, Hueyapan, Tlayacapan y otros pueblos de Morelos, a donde los visitantes llegan por miles, sin olvidar, las grandes ofrendas que se estructuran por los estados de Puebla, Tlaxcala, Oaxaca, Chiapas, Yucatán, Hidalgo y otros estados del País, que conservan en forma creciente estas tradiciones como símbolo de identidad por nuestra mexicanidad… Lo del ‘Halloween’ con sus calabazas y ‘noches de brujas’, mejor ni lo describo porque es una transculturización que nada tiene que ver en términos generales con los mexicanos, salvo con algunas “élites” sociales imitadoras de lo ajeno a nosotros, como ocurriera en tiempos del frívolo Gobernador Estrada, cuando en plena Casa de Gobierno organizó su “Fiesta de brujas jalogüinera”, donde el Mandatario se disfrazó de “Chiquidrácula” y se ganó ese apodo… ¡Cuánta miseria frente a lo valioso de lo nuestro!
