El Senado de la República y el Congreso de la Unión aprobaron la Revocación de Mandato, no obstante que es una figura de participación ciudadana, surge la siguiente interrogante: ¿La ciudadanía conocerá el significado y sus alcances políticos de la revocación de mandato, para contar con mejores gobernantes y fortalecer nuestra democracia?
La revocación de mandato permite a los ciudadanos, a través de una elección, que decidan si un gobernante debe o no continuar su periodo de mandato. En este sentido, sería una facultad del Instituto Nacional Electoral (INE) realizar este ejercicio democrático a petición de la ciudadanía. De acuerdo con el Manual de Democracia Directa del Institute for Democracy and Electoral Assistance (IDEA), existen dos tipos de revocación de mandato: la completa y la mixta. La primera consiste en la participación popular tanto para convocar como para aprobar la revocación de mandato. El tipo mixto requiere que la convocatoria emane de un parlamento y su aprobación dependa del voto popular a través de un refrendo, pero en nuestro caso se adoptó parcialmente por esta última.
Acabamos de vivir esta experiencia con la consulta que se realizó hace unos días al Presidente de México, toda vez que se tuvieron durante los 15 días después de cumplir los primeros 3 años de mandato, para poder hacer la solicitud ante el INE quien es la autoridad facultada, se convalidó porque se logró obtener las firmas del 3% de los ciudadanos inscritos en la lista nominal de electores, es decir, aproximadamente 2.8 millones de personas; además derivó de 17 entidades federativas del país. Posteriormente el INE tuvo solo 20 días para emitir la convocatoria y de esta manera se llevara a cabo la elección el pasado 10 de abril.
Asimismo, para que la revocación de mandato procediera, se debía de contar con la participación aproximada de 37 millones medio de ciudadanos (40% de la lista nominal) y en caso de que sucediera la revocación de mandato, la misma autoridad administrativa tendría que convocar a una elección extraordinaria para elegir a la persona que cumpliría con el resto del periodo mandatado de 6 años, cosa que no sucedió.
Esta herramienta de participación ciudadana tiene una historia que se remonta a la antigua democracia ateniense y además es fundamental para una democracia, razón por la cual es importante señalar, por una parte, que las autoridades en funciones votadas por el sufragio popular, deben cumplir cabalmente con su mandato constitucional y promesas de campaña; por otra parte, a la ciudadanía para que asuma esta oportunidad con seriedad, consciente y con absoluta responsabilidad, de lo contrario nuestra incipiente democracia podría significar un retroceso y una oportunidad perdida.
La mesa ya está puesta y ahora solo restará probar su efectividad y eficacia para la siguiente consulta, y así contar con mejores gobernantes. Por lo pronto el primer ejercicio resultó con muchos claro obscuros y ha dejado algunas dudas. Pero, por otro lado, una vez más el INE estuvo a la altura de las circunstancias y de su alta responsabilidad democrática.